ENTRE BRUTOS E INGORANTES

Por: Hazzam Gallego

ADVERTENCIA: SI ERES UNA PERSONA SENSIBLE Y TE DUELE QUE TE DIGAN TUS VERDADES EN LA CARA, ABSTÉNTE DE LEER ESTA COLUMNA CRÍTICA.

Retrato de Colombia por Débora Arango

¡Qué rabia me da ver a mi país así! Colombia, seguimos las modas europeas y americanas como borregos ciegos. ¿Dónde quedó nuestra verraquera, nuestra esencia? Nos hemos vuelto un país de lambones, de seguidores sin criterio que idolatran a personajes vacíos y sin contenido.

La psicología explica esto: necesitamos sentirnos parte de algo, ser aceptados. Pero, ¿a qué costo? En Colombia, esta necesidad nos ha vuelto ignorantes y brutos. Celebramos a personajes que no se han leído ni el Condorito, gente que se hace famosa por hacer estupideces o por un video íntimo que se vuelve viral.

Colombianos, somos pobres. Así es. No importa que te niegues a aceptarlo, es la realidad. La mayoría de nosotros lucha para comer, pero nos gastamos lo poco que tenemos celebrando los trofeos del Real Madrid, un equipo que ni sabe que existimos. ¿Caravanas de colombianos celebrando victorias europeas? ¡Qué boleta! Ni siquiera hemos pisado España y ahí estamos, haciendo el ridículo.

Y ni hablemos de lo que consumimos: influencers, youtubers, creadores de contenido que no aportan nada. Se vuelven millonarios haciendo pendejadas y nosotros los seguimos como zombies. Por eso tuvimos un CERO en el índice de lectura de las pruebas PISA. Vivimos rodeados de idioteces: gente que cree que la tierra es plana, cantantes con autotune hasta las orejas, y niñas bailando música que ni deberían escuchar.

¿Los videojuegos? Free Fire y esas bobadas llenas de plomo. Es lo que nos gusta. Vamos a eventos culturales solo para tomarnos fotos pa’l Instagram, presumimos de leer muchos libros que nunca abrimos, y soñamos con ser futbolistas profesionales mientras nos consume la realidad.

La televisión tampoco ayuda: reality shows como «El Desafío» y «La Casa de los Famosos» son un reflejo de lo que nos gusta: bochinche, desorden, vulgaridad, y gente mal hablada. Nos deleitamos con lo grotesco y lo indecente. Somos brutos, burros, y asnos con el perdón de esos lindos animalitos.

En política, elegimos a gente que habla bonito pero tiene un vacío en la cabeza, personajes que creen que la Unión Soviética todavía existe o que el comunismo, que nunca ha existido aquí, es el culpable de todo. Seguimos la moda europea: necesitamos un iPhone aunque no tengamos para recargar, usamos zapatos Nike porque «qué oso» usar los que se hacen aquí.

Colombianos, nos enorgullecemos de ser uno de los países más felices del mundo, pero también somos de los más pobres en lectura y creatividad. Llenamos estadios con youtubers y cantantes de software, pero nos da pena ir a una exposición de arte local o enseñarles música a nuestros hijos. Preferimos gastar el sueldo en trago y putas, en lugar de invertir en educación y cultura.

Cuando los colombianos migran y ven cómo son los europeos y otras culturas, se estrellan con la realidad. Allá no importa tu ropa de marca ni lo que haces con tu vida. Nos falta mucho por aprender, mucho por cambiar. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo una sociedad hundida en la miseria, guiados como borregos ciegos hacia un abismo de ignorancia y conformismo?

Nos hemos vuelto expertos en el arte de la hipocresía: criticamos nuestra propia situación pero no hacemos nada por cambiarla. Nos enorgullecemos de nuestras tradiciones solo cuando es conveniente, pero en el fondo, seguimos aspirando a ser lo que nunca seremos: europeos y americanos. Y es esa falta de identidad la que nos tiene hundidos en la mediocridad.

Reflexionemos, ¿hasta cuándo vamos a seguir siendo una sociedad que aplaude la ignorancia y celebra la mediocridad? La solución está en nuestras manos, en nuestro día a día. Tenemos que romper este círculo vicioso de estupidez y aspirar a ser más que simples borregos siguiendo modas ajenas. ¿Será que algún día podremos despertar y encontrar nuestro verdadero camino, uno donde la educación, la cultura y el verdadero progreso sean nuestra prioridad?

Como dice el dicho: Se tenía que decir y se dijo.

La salida de Laureano por Débora Arango

Sobre el autor:

Deja un comentario

Busca columnas por autor

Deja un comentario

Esta web funciona gracias a WordPress.com.