EDNA

Por: Marcela Espinosa

Con la boca llena de vida, los ojos chiquitos cargados de sueños, con un corazón que late fuerte, así es ella, todo un misterio.

Cuerpo impactante que despierta pasiones, y un corazón que enamora a millones.
Edna, Edna, Edna…

¿Te conté alguna vez, mamá, que volverte a ver era mi más grande ilusión?

Que mi lugar seguro, mi casa, era tu corazón.

Valiente y desmedida como el inmenso mar, en ocasiones ambivalente cual ola sin dudar.
Playa, brisa, sol, arena y paz, ternura inmerecida y un perdón voraz.

De niña a mujer te hicieron, y los lomos te llenaron de unos cuantos asuntos, de unos cuantos hermanos.

Poco amante de las plantas, de lo neutro, de lo calmo, amiga fiel de la sonrisa y del arte de abrazarnos.

Sin saber tejer, bordaste un camino, y aún sin experiencia avanzaste con tus hijos.

Que el pasado cruel no te robe la alegría, no dejes que el enemigo gane, no lastimes tus heridas.

Eres más que un ayer, o que aquella niña herida; eres madre, eres mujer, y por Dios, muy bendecida.

Que el mundo te pinte de mil colores a la vez, que las mariposas de abril lleguen pronto con la fe.

Edna, Edna, Edna.

Yo sé que sí dolió en el tiempo pasado, permítete avanzar sin dudar lo que has logrado.

Que la vida te pague toda aquella deuda adquirida, que se rompan los altares y que seas merecida.

Que descubres que el amor es más que una figura masculina, que un beso te llena el alma y un «abuela» te alegre el día, que entre hijos, nietos y amigos te descubres y seas plena, y que nunca te olvides que eres más que piel MORENA.


Sobre la autora:

Deja un comentario

Busca columnas por autor

Deja un comentario

Esta web funciona gracias a WordPress.com.