CARTA A UNA HOJA EN EL VIENTO

Por: Andrés Figueroa

He visto cómo pasas varias veces frente a la ventana de mi casa, jugueteando con el viento y con las otras hojas de otros arboles. Me encanta cuando te posas en los parabrisas de los autos que circulan por la calle junto a la casa; los conductores te observan y justo cuando los dejas boquiabiertos, te largas y los dejas con el corazón en la mano.

Sé que te gusta bailar bajo el ardiente sol, solo para que tu piel se torne bronceada. Sé que danzas con el viento de la noche, incluso cuando el viento matutino te esperaba debajo de aquel gran árbol de frutitas pequeñas que no se pueden comer, aunque no recuerdo cómo se llaman.

A veces oigo a las aves que vuelan por ahí comentar que eres solo una hoja y nada más, y que no debería darte tanta importancia. Yo pienso que están celosas, pues a ellas les toca volar tras el viento cuando este solo quiere soñar a tu lado.

Te vi la otra noche mientras besabas una estrella, tal vez deslumbrada por la música que hacen los árboles en la penumbra de su muerte. Te he visto morir muchas veces, arrastrada por la lluvia o barrida por el olvido. Pero son más las veces que te he anhelado en silencio, en las que te he dibujado en tus miedos, en las que te he abrazado buscando tu consuelo

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