COLOMBIA ENTRE EL PROCESO DESTITUYENTE Y EL PROCESO CONSTITUYENTE

Por: Jorge Enrique Meza

La constitución de 1991 se construyó como la salida a un largo proceso destituyente que vivió la nación colombiana, desde la otrora constitución de la regeneración (1886), la cual pasó de un estado federalista a uno centralista; como es sabido por todos este proceso destituyente estuvo marcado por amplios periodos de violencia: la guerra de los 1000 días, la violencia liberal, la guerra de las guerrillas, la guerra del narcotráfico, el paramilitarismo etc.

Esa conflictividad siempre se buscó resolver a través de reformas constitucionales en el congreso de la república, llegando a hacer 9 enmiendas a la constitución del 86, sin embargo, ninguna de esas enmiendas logro construir una nación en paz, por el contrario, con el pasar de los años el conflicto social, político y armado de la nación se fue degradando.

El proceso constituyente de 1991 como intento de cierre

Fue así como en el marco de los procesos de paz desarrollados por el gobierno de Belisario Betancur y del proceso movilización popular de la llamada séptima papeleta se dieron las condiciones para que en Colombia se redactará un nuevo texto constitucional, para esto se convocó una Asamblea Nacional Constituyente que contó con la participación de tres actores claves: los liberales, los conservadores y el M-19 (grupo guerrillero que depuso las armas a través de un acuerdo de paz)

Esta constituyente dio paso al llamado estado social de derecho y consagró algunos mecanismos para la protección de los derechos de la población; sin embargo, no fue un proceso que logrará poner punto final al conflicto social, político y armado que vivía la nación, por un lado, algunas organizaciones guerrilleras no hicieron parte de ese proceso y por otra parte el país afrontaba el auge de la violencia narco y paramilitar que amenazaban con profundizar el baño de sangre.

En ese sentido se puede apreciar que la constitución del 1991, como proceso constituyente, no puso fin al proceso destituyente que vivía nuestra nación por aquel entonces, por el contrario casos como el proceso 8000, la parapolítica, la corrupción de Odebrecht, el cartel de la toga entre otros, profundizaron la crisis institucional del estado colombiano; eso nos lleva a pensar que Colombia desde su primera independencia, vive en un constante proceso destituyente con destellos ocasionales de procesos constituyentes.

Eso se puede confirmar con el hecho de que la constitución de 1991, de acuerdo al Sistema Único de Información Normativa del Ministerio de Justicia se ha sido reformada 60 veces en sus treinta y tres años; si bien ninguna constitución es perfecta, dos reformas constitucionales por año demuestran que nuestra constitución es un pacto nacional que suele ser cambiado a conveniencia de los gobernantes de turno.

La idea de un Nuevo Proceso Constituyente y la agudización del proceso destituyente

Con el inicio del primer gobierno de Juan Manuel Santos, se empieza a poner sobre la mesa de nuevo el tema de una Asamblea Nacional Constituyente y al tiempo vuelve a agudizarse el proceso destituyente, durante este periodo como parte de este proceso destituyente se desarrollaron grandes movilizaciones estudiantiles en el 2011 y las movilizaciones campesinas en el 2013; en paralelo a esto, se desarrollaron los procesos de paz con las FARC-EP y el ELN y con la promesa de la paz Santos es elegido para un segundo periodo.

Con la esperanza puesta en la solución política al conflicto, este segundo periodo de Santos se caracterizo por pocas movilizaciones en contra de su gobierno y por un alinderamiento del movimiento social y popular a sus políticas de gobierno, las cuales tenían la promesa de la paz. Sin embargo, el debilitamiento de la institucionalidad se profundizó, la fiscalía, la procuraduría, la contraloría, la defensoría, las cortes y el congreso, sufrieron grandes escándalos que llenaron de ilegitimidad estas instituciones profundizando la tesis del estado fallido.

La esperanza de paz, tuvo su primer traspiés con el plebiscito por la paz, el cual, a través del voto popular se negó la aprobación del acuerdo de paz, y aunque a través de refrendación por via congreso, el gobierno nacional logró aprobar los acuerdos, lo cierto es que se fortaleció en Colombia el movimiento reaccionario a los acuerdos de paz, que con la promesa de hacer trizas los acuerdos conquistaron la presidencia en 2018.

Esta nueva realidad política retrasó el proceso constituyente en Colombia y como era de esperarse profundizó el proceso destituyente, pues el nuevo gobierno fue intransigente en no tramitar las reclamaciones del pueblo y de realizar las trasformaciones acordadas en la Habana; esto dio paso al incremento del malestar social, que vio su máximo desarrollo en el llamado estallido social del 2021.

La negativa al Acuerdo Nacional y el resurgimiento de la idea del proceso constituyente.

El malestar social producido por la pandemia y el desgobierno de Duque, fue canalizado por Gustavo Petro, que a través de una propuesta de acuerdo nacional para las transformaciones sociales se hizo elegir presidente; dicha propuesta fue respaldada por sectores de derecha liberal, centro derecha y por supuesto sectores de izquierda.

Pero dicho Acuerdo Nacional, resulto ser un acuerdo pegado con mocos, pues las clases dirigentes del país, se resistieron a realizar cambios profundos en la estructura del estado, el acuerdo nacional, parecía ser un acuerdo para que nada cambiará; la contraposición entre los intereses de la oligarquía y las reformas sociales, llevaron al gobierno a romper sus acuerdos con los partidos e intentar persuadir a los parlamentarios de manera individual para la aprobación de las reformas, pero como dicho proceso no dio resultado, el gobierno se vio advocado a revivir la idea del proceso constituyente.

Ahora bien, surgen dos inquietudes en esto: ¿Qué tan avanzado está el proceso destituyente para dar paso a un proceso constituyente?, de poderse avanzar a un nuevo proceso constituyente ¿Cómo lograr que sea un verdadero proceso constituyente que ponga fin al conflicto social, político y armado?

Respecto a la primera pregunta, creería que el Estado Colombiano cada vez es más inviable y que las condiciones objetivas demuestran que el proceso destituyente está llegando a un punto de quiebre irreversible: la crisis económica de la nación, la crisis de institucionalidad y la degradación de la violencia y sumado a la conflictividad y crisis del sistema neoliberal, permiten entrever que la mejor alternativa que tiene la nación en estas condiciones es una Asamblea Nacional Constituyente

Ahora bien una cosa son las condiciones objetivas y otras las condiciones subjetivas, en ese sentido, si bien las condiciones objetivas están dadas, la subjetividad del pueblo colombiano, sigue estando permeada por una desinformación constante, que generan temores sobre una nueva constitución y que hace que se deba profundizar en la tarea de pedagogía y dialogo social, para que comprendamos que más allá de los intereses particulares de las dirigencias, nuestra nación requiere un nuevo pacto social para vivir en paz.

En relación a la segunda pregunta, creo que es algo más difícil de resolver, sin embargo, creo que la historia da luces de cuales son los temas que han quedado en el tintero a lo largo de los años, el no abordaje de esos temas de manera seria y concienzuda en la constitución, la construcción de un estado fuerte y en paz será inviable y no saldríamos del círculo vicioso del proceso destituyente.

En consonancia, considero que un nuevo proceso constituyente debe resolver el problema de la tenencia de la tierra, tanto rural como urbana; disminuir la desigualdad centro periferia, a través de un proceso de descentralización real del estado; la desmercantilización de los derechos fundamentales, no tiene ningún sentido que los derechos mínimos del pueblo sigan siendo el negocio de unos pocos; y por supuesto, debe ser un proceso constituyente que transforme la lógica del enemigo interno y construya una sociedad verdaderamente democrática que respete las diferencias ideológicas y religiosas y sobre todo que dichas diferencias no pongan en riesgo la vida de las personas.


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