A ti, papá, aunque no te conozco, tu ausencia pesa en mis días, en mis recuerdos como una sombra, en el espejo te veo, soy tú, con ojos diferentes, con sonrisa diferente, con voz diferente, pero soy tú.
Tengo tu esencia grabada en mi ser, tu pelo, tu cuerpo, aunque en mi memoria no hay momentos contigo, mi mente te dibuja en sueños, aunque he olvidado tu rostro, apareces cada noche que me siento solo.
Aunque no sé de ti, mi sangre te llama, sé que soy tú en versión pequeña, sé que me parezco a ti, sé que estás en mis recuerdos, seríamos casi hermanos si nos miran.
Soy de ti, de tus genes, de tu memoria, soy yo quien lleva tu apellido, quien esparce tu recuerdo en la mente de quienes te conocieron.
Soy yo, el predecesor de tu ejemplo, mis lágrimas jamás serán de olvido, sino de la pena de no haberte conocido, de querer preguntarte si voy bien o mal, de anhelar tu mano firme, y tus principios irrompibles.
Soy tú, soy tu cabello, soy tu color de piel, soy tu lunar, soy tus cejas, soy tu nariz, soy tu caminar, soy tu físico.
Ese soy yo, un eco de que pasaste por la vida y me dejaste como una marca de tu presencia en este mundo.
Desearía haberte conocido, hablarte y decirte que te extraño, pero mi memoria joven no te recuerda, aunque no sé quién eres, aunque no recuerdo tu rostro, mi mente te llama y susurra: papá, abrázame.
LA CHUZMA EDITORIAL 
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