LÁGRIMAS DE BARRO

Por: Hazzam Gallego

Soy un humano, sí, un ser de barro y vicio,
un alma condenada en un mundo podrido.

He tropezado mil veces, he caído en el abismo,
he surcado mares de sangre y he escalado montañas de odio.

Llevo en mi piel las marcas de mi pasado,
cicatrices que cuentan historias que no quiero recordar.
He amado con pasión y he llorado con amargura,
he dudado de la fe y he maldecido la vida.

Las traiciones me han mordido y las heridas me han callado,
los juicios me han ahogado y las dudas me han acorralado.
He buscado refugio en la tinta y el alcohol,
en la desenfrenada noche y en el vacío del amor.

He perdido el rumbo en miradas que me corrompen,
he buscado la paz en caminos que solo me extravían.
Soy un perdedor con hambre, un caminante errante,
un escritor frustrado con sueños que se pudren.

Pero no reproches mi pasado,
he besado con pasión y he sentido el dolor.
He dudado del amor y he cuestionado a Dios,
he sido traicionado y herido sin compasión.

No soy el correcto, lo sé,
aquí me presento, como soy, herido y lastimado.
Golpeado, aplastado, olvidado y desconfiado,
humillado, pero sigo en pie, luchando contra el pasado.

Sigo siendo el mismo perdedor con hambre,
el mismo caminante perdido, el mismo escritor frustrado.

En este lodazal de existencia he naufragado,
entre la escoria y la podredumbre he reinado.
He sido lobo entre ovejas, serpiente en el jardín,
un ángel caído en desgracia, una sombra en medio de la noche.

El odio ha sido mi musa, la venganza mi guía,
la oscuridad mi refugio, la soledad mi compañía.
He bebido de la copa de la amargura y la desolación,
he bailado con la muerte y esquivado sus trampas.

He visto la crueldad en su máxima expresión,
he presenciado la maldad en su más pura acción.
He sido testigo de la hipocresía y la falsedad,
he sentido el aguijón de la traición y el dolor de las partidas.

He perdido la fe en la humanidad,
he enterrado la esperanza en la inmundicia.
Soy un ser vil y despreciable, un alma corrompida,
un paria en este mundo, un estorbo que incomoda.

Pero a pesar de todo, aún queda una chispa en mí,
un vestigio de bondad que lucha por sobrevivir.
Anhelo el perdón, anhelo la luz, busco una sonrisa y un beso apasionado.

Tal vez algún día, en algún lugar,
pueda encontrar la paz y el brillo de mis ojos.
Tal vez algún día, en algún momento,
pueda escapar de este infierno y ser libre de nuevo.

Pero hasta entonces, seguiré vagando por este valle de lágrimas,
con la cabeza en alto y el corazón en llamas.

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