CIEN AÑOS DE SOLEDAD


Por: María Inés Sánchez

Hablarles de mi libro favorito es como contarles una historia mágica basada en la realidad cultural, política y económica de nuestro país. Tenía 11 años la primera vez que leí a Gabo. Fue entonces cuando, a través de «Crónicas de una muerte anunciada», me enamoré de su particular manera de escribir y de lo que sentía cada vez que leía sus líneas. Y entonces recibí en mis manos su mayor tesoro, «Cien años de soledad». No voy a mentirles, leer ese libro a los 11 años fue todo un reto. Mi capacidad cognitiva aún no daba para procesar todo el trasfondo que tiene. Sin embargo, me cautivó su historia porque cada vez que leía, mi imaginación volaba. Sentía que recreaba cada cosa que pasaba. Con el tiempo, fui leyendo otros de sus libros, pero siempre me surgía un deseo por leer de nuevo «Cien años de soledad».Lo leí varias veces en mi adolescencia hasta que confirmé que era mi obra favorita porque siempre que lo leo aprendo, descubro, entiendo y hasta me siento identificada con sus anécdotas. Leer «Cien años de soledad» es perderse en las mágicas calles de Macondo. Es ver las casas de bareque, sentir en los pies la tierra de sus calles, entrar a la casa de los Buendía es como hacer un tour en el tiempo.


Desde la cocina de leña con piso de barro pisado hasta los hermosos corredores con helechos colgantes, que se movían con la brisa del Caribe mientras Remedios y Amaranta se hacían señoritas, aprendiendo a bordar y a tejer.


Cuando leo la parte de la remodelación de la casa, siento escuchar los ensayos de Pietro Crespi con su piano traído de Europa y se me hace imposible no pensar en el desarrollo y crecimiento de Colombia. Personalmente, he tenido la riqueza de conocer nuestro país a lo largo y ancho, sus culturas, regiones, música y comidas. Y mientras leo, solo puedo ver todos esos pueblos reflejados en Macondo. Las cantinas, las iglesias, las familias unas más pobres, unas menos pobres, unas ricas, otras de mejor apellido, la cultura colonial de nuestros pueblos, las tradiciones, la manera de educar a los hijos, los roles de las mujeres y los hombres en la sociedad. Además, comencé a leer un poco de la historia de Colombia y a encontrar datos muy curiosos dentro del libro.


Empecé a entender entonces que «Cien años de soledad» narraba a través de un pueblo y la dinámica de sus familias, la propia historia de Colombia y sus pueblos, sus masacres, sus dificultades políticas, su pobreza, su abandono al campesino por parte del estado, sus guerras civiles e incluso hasta sus destierros. Macondo comenzó a envolverme entre la simpatía de María Ternera y sus aventuras de mujer bandida, los miedos y la valentía de Úrsula, las ocurrencias de José Arcadio, las filas de los nietos hijos del coronel Aureliano, los mitos sobre las maldiciones, las pestes, las enfermedades, las fases de Melquíades con sus innovaciones, los viajes e incluso su presencia después de muerto.

Apoya a nuestros escritores donando en el siguiente link de VAKI:


Deja un comentario


Descarga el PDF a continuación:

Sobre la autora:

Busca Columnas por Autor

Deja un comentario

Esta web funciona gracias a WordPress.com.