LAS NUEVAS NAVIDADES

Por: María Inés Sánchez

Cada vez que hablamos sobre las festividades decembrinas, más conocidas como la navidad, inconscientemente nos remontamos a una increíble mezcla de creencias, cultura, religiosidad, inflación e incluso alzas en el comercio, las sociedades se han sumergido año tras año en la construcción de momentos, de compartir, de celebrar sin embargo todos los años por esta época escuchamos personas llorar, lamentarse e incluso comparar una navidad con otra.

Durante esta época, nos suele invadir más la nostalgia que ni la misma felicidad, y ni siquiera nos explicamos el por qué, y es que a los seres humanos nos impactan más las situaciones que nos genera dolor, que aquellas que nos proporcionan placer, por eso gracias al clima, los olores, los platos típicos e incluso la música nos regresan a nuestra infancia.

A ese momento de nuestras vidas dónde el dolor no hacía parte de nosotros, dónde éramos el centro de atención de nuestras familias, dónde aún no teníamos la libertad de equivocarnos, cuando nuestra familia seguía completa, y quiero detenerme un poco en esta parte, “la familia” está es la principal base de la funcionalidad de la sociedad, ahí nace todo, ahí nacemos, crecemos, heredamos vida, y se convierte en nuestro todo, en esas navidades de la infancia, las familias eran grandes, estaba la abuela, el abuelo, los tíos y sus esposas, los primos y los hijos.

Crecimos compartiendo y haciendo cultura, con el paso de los años lamentablemente las familias se fueron achicando, los abuelos ser marcharon, los primos se fueron, los hijos crecieron…la alegría de los niños desapareció, la infancia dejo de ser importante porque simplemente dejó de existir, y empezamos a dejar de lado lo que tanto nos llenaba la vida de felicidad, porque simplemente le perdimos el sentido.

Nos convertimos en adultos, dejando de lado nuestras navidades felices por construir las nuevas navidades, sofisticadas y falsas, con muchos regalos, cómo ropa, juguetes y joyas, intentando llenar los vacíos de quienes se supone que amamos, enredados entre pantallas, redes sociales, fotografías y videos, demostrando lo que definitivamente déjanos perder por elección propia.